La gran mayoría de las actividades que realizamos las regulamos hablando. Gracias al uso del
habla podemos explicar el problema que detectamos en el coche o los síntomas de un malestar
físico, por ejemplo. El mecánico o la doctora, una vez que han entendido nuestras
explicaciones, pueden poner fin a nuestros problemas con instrumentos no lingüísticos. En un
aula el acto de comunicación puede favorecer o no el
éxito de los objetivos educativos puesto que cada día parece más aceptado que la
verbalización de los progresos y de las dificultades contribuye de una manera decidida a la
consolidación de las nuevas representaciones de la realidad. Por este motivo conviene considerar el uso de la lengua como un elemento clave del aparato pedagógico.
Intercambios entre docentes y alumnos
La educación, dentro del contexto de la escuela, supone una situación comunicativa. Las peculiaridades lingüísticas son fundamentales para explorar el modo en que se produce el aprendizaje
El lenguaje en el aula es un vehículo a través del cual se transmiten saberes, formas particulares de comprender e interpretar la realidad y finalmente, un contenido que debe ser aprendido por los alumnos para poder transcurrir con éxito la vida escolar.
La comunicación en el aula esta determinada por el flujo particular de las conversaciones, éstas no son independientes ni son simultáneas, sino que se sostienen a partir de la intervención guiada del docente que las orienta hacia metas preestablecidas.
Esta estructura comunicacional incide en los procesos de aprendizaje y de construcción cognitiva. A fin de esclarecer estos procesos, realizaremos una diferenciación entre:
a) Un evento comunicacional, en este sentido consideramos una situación comunicativa específica, como los trabajos en pequeños grupos o las clases orales de exposición o lección y,
b) Los formatos de comunicación, los cuales refieren a los patrones de intercambio habituales que no dependen de un suceso en particular.
Disscurso en clase y aprendizaje del alumno
La meta de toda educación es el aprendizaje del estudiante, por lo que es fundamental considerar que el modo en que las palabras son dichas en clase afectan a los resultados de esa educación; es decir, poder dilucidar cómo el discurso observable en el aula afecta al inobservable proceso mental de cada uno de los participantes de esta construcción simbólica, el discurso en el aula, y por ello a la naturaleza de lo que aprenden.
Las preguntas del profesor
Muchas preguntas que parecen abiertas son en realidad cerradas debido al contexto en el que se plantean. La limitación de la pregunta sólo se manifiesta en lo que sucede a renglón seguido.
Si contemplamos los discursos escolares en secuencias más largas, tal vez podremos calibrar su potencial valor cognoscitivo como "andamiaje" y su "reconceptualización". Un ejemplo es:
· La Secuencia iRE
Entre estos patrones típicos de comunicaciones, se destaca el formato IRE (iniciación-respuesta-evaluación) en la cual el alumno recibe un feedback por parte del docente en función de la pregunta disparadora. En efecto, los conocimientos que se imparten en el aula se encuentran cerrados ya que toda pregunta se corresponde con una respuesta correcta que deberá alcanzarse a través del diálogo dirigido. En definitiva, el intercambio entre el profesor y el estudiante no es sino una suerte de monólogo en el cual el alumno va llenado los blancos del discurso aportando lo necesario para completar el hilo del pensamiento. Otra variante de este patrón se observa en las ocasiones en que el maestro, a través del feedback induce la respuesta correcta, orientando al alumno que ha dado una respuesta equivocada.
Cabe observarse que este mecanismo va siendo incorporado por los alumnos que al asimilar el formato sobre el cual se estructura la secuencia de aprendizaje sistematizado podría propiciar una concentración mayor sobre los contenidos.
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